Parroquia San Francisco Javier

Carta de Monseñor Cardelli a la comunidad católica

El Obispo de Diócesis San Nicolás, Monseñor Héctor Cardelli pidió por la unidad de los fieles.
El Obispo de Diócesis San Nicolás, Monseñor Héctor Cardelli pidió por la unidad de los fieles.

RAMALLO, Agosto 27 (www.RamalloCiudad.com.ar) Días atrás, el Obispo de la Diócesis de San Nicolás, Monseñor Héctor Cardelli dio a conocer una carta, a través de Diario El Norte, donde pidió por la unidad de los fieles de la comunidad católica de Ramallo.

Ocurre que puertas adentro de la parroquia San Francisco Javier se vienen produciendo desencuentros y críticas por diferencias en las formas de trabajo y en el manejo de la parroquia.

Tan es así que RamalloCiudad.com.ar también recibió una carta (Véase Preocupante situación…) por parte de fieles de la parroquia San Francisco donde manifiestan la situación de desencuentros y exponen reclamos a la actual conducción de la parroquia.

Las diferencias se producen entre los grupos de oración, catequistas y fieles que formaban parte de la iglesia hasta principios del 2011 y los integrantes de la Congregación “Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista”.

Esta congregación fue puesta al frente de la parroquia a principios de 2011. Los Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista son un Instituto Religioso de Derecho Diocesano, fundado en Salta (Argentina) el 25 de marzo de 1986 por el P. Agustín Rosa, que llegaron a Ramallo a principios del 2011, luego del retiro del Padre Heriberto Sartori y el traslado a San Pedro del Padre Sergio Bueno.

Aunque el motivo y los detalles del problema en cuestión no aparecen expresados en la carta, Monseñor Cardelli llama a la reflexión y pide a sus fieles, “no procurar el daño a nadie y más bien procurar la comunión y la fraternidad entre nosotros”.

Carta Monseñor Cardelli

“A quienes se reconocen como cristianos en la parroquia San Francisco Javier de Pueblo Ramallo, diócesis de San Nicolás de los Arroyos, yo, su pastor y padre, me acerco a ustedes, en esta ocasión, a través de esta reflexión que procuro interprete fielmente el Evangelio de Jesús.

El mandamiento del amor es la ley mayor de todos los que queremos seguir al Divino Maestro y esto nos compromete a no procurar el daño a nadie y más bien procurar la comunión y la fraternidad entre nosotros.

Los caminos para lograrlo son todos aquellos que buscan la unidad que brota de la comunión con Jesús; cualquier asomo de división, a no ser que sea con el mal, no es de Dios, sin ninguna duda; a la vez, cualquier indisposición por el bien, tampoco dudemos que no proviene de Dios.

Aquí está la respuesta al mandamiento mayor por el que oró Jesús antes de morir en la cruz: Padre, que sean uno como tú y yo somos uno para que el mundo crea.

Al romper la unidad, somos agentes responsables de que el mundo se descrea y será motivo de dolor y tristeza por el retroceso a los tiempos de Caín, cargar con el grave peso de sentirme responsable por la muerte de mi hermano!.

Hijos míos! es un llamado al corazón para pacificarlo, iluminarlo por la fe y fortalecerlo por la gracia de Jesús, que lo quiere semejante al suyo.

Los motivos incómodos de la reacción no son de tal gravedad que no puedan resolverse en la verdad y en la serena reflexión y apertura al diálogo y a la reconciliación.

No permitamos que entre el enemigo en nuestro rebaño que tiene más interés en dividirnos que en sostener la unidad.

Si tenemos algo en contra de un hermano, busquemos la corrección en secreto y humildad más que en arrojar plumas al viento, que luego no podremos recoger.

Sobrevivir a esta tribulación, comprometidos en dejar todo antes de presentar la ofrenda, reconciliándonos previamente con el hermano, hará brotar la luz del Evangelio de Jesús, para que disipe las tini

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