Por Estefanía Correa, de la redacción de RamalloCiudad.
Desde fines del año pasado en el mundo árabe se vienen sucediendo una serie de movilizaciones y revueltas. El pueblo árabe ha decidido abandonar ese sueño aletargado en el que estaba sumido y plantarse ante los regímenes autoritarios que gobiernan sus vidas.
Esa cadena de sucesos llega hasta nuestros días en los que Libia está siendo bombardeada por la Coalición Internacional y su líder Muamar Khadafi, recrudece los combates contra los rebeldes.
RamalloCiudad entrevistó -vía Internet- a una argentina que se encuentra en Al Ain, un pequeño país de Emiratos Árabes. Se trata de Fernanda González, una rosarina de 26 años, bellydancer o bailarina de danzas árabes y periodista, que desde hace tres años vive en los países árabes, saltando de un país al otro, llevando su danza.
Llegó en junio de 2008 cuando fue contratada para bailar en los hoteles más exclusivos de la región. Desde ese momento ha vivido en Líbano, Dubai, Abu Dhabi, Ras al Khaima y actualmente Al Ain de Emiratos Árabes, además de Egipto, Bahrein, Túnez e Islas Maldivas.
Dejó nuestro país en el invierno de 2008, hasta ese momento era productora de un programa de radio rosarino y dictaba clases de danza. “Un día me llamaron de una escuela de Buenos Aires y me contaron que existía la posibilidad de un contrato por 3 años con una empresa libanesa de servicios artísticos. Al mes siguiente estaba viajando. Mi trabajo consiste en brindar un show cada noche de 45 minutos en los restaurantes de diversos hoteles 4 y 5 estrellas”, cuenta esta periodista y bailarina que nunca dejó de lado su otra gran pasión, el periodismo, y por eso lleva un diario de crónicas de viajes: http://apuntesdearabia.blogspot.com/
Libia
Hoy está instalada en Al Ain, un pequeño país de Emiratos Árabes conocido como "el jardín de los emiratos" por la gran cantidad de espacios verdes. “Por aquí la situación está muy calma. Todos dicen que no se va a desatar ningún tumulto, los Emiratos van a quedar al margen de todas las revueltas de los países árabes y si bien dan su apoyo a las monarquías de sus países vecinos, cuidan su retaguardia y no pierden de vista lo que dice la prensa internacional”.
“Personalmente nunca he estado en Libia ya que la empresa para la que trabajo no tiene contratos allí. Creo que no se estilan los restaurantes con bailarinas, será por ello que las veces que he estado en Túnez siempre está lleno de libios. En esas oportunidades los tunecinos me contaron que la brecha de clases que existe en Libia está muy marcada, hay mucha gente poderosa y adinerada y también mucha mafia, al menos así me los han descripto”, recuerda.
Según cuenta, hay pocas probabilidades que estas movilizaciones masivas se repliquen en los países de Emiratos porque hay pocos ciudadanos nativos. “Acá no va a pasar nada porque el porcentaje de locales es bajo en comparación a otros países. Se dice es que no hay gente suficiente para iniciar una revolución porque la mayoría está de acuerdo con el gobierno de Emiratos y la gente que podría quejarse, la clase trabajadora, no lo hace porque son expatriados y si se quejan los devuelven a sus países. De todos modos nunca se sabe, yo estoy siguiendo la situación muy atenta y si llega a pasar algo salgo para Argentina” asegura.
Descontento
Las movilizaciones en Túnez y en Egipto terminaron con la caída de sus líderes, Zine el Abidine Ben Alí y Hosni Mubarak respectivamente. Fernanda recuerda cómo empezaron a gestarse, “cuando empezaron las movilizaciones en Túnez yo me encontraba en Islas Maldivas; hacía 10 días que me había ido de aquel país del Magreb. En Túnez estuve 4 veces y uno de los detalles más significantes del país es el gran porcentaje de la población que vive en la pobreza. En Túnez capital es una constante la cantidad de gente que pide por las calles, los niños trabajan y no faltan los negocios turbios. Siempre me aconsejaron tener especial cuidado al caminar por las calles de Tunisia, especialmente de noche. Recuerdo que el pueblo en general estaba en descontento, había fotos del Presidente Ben Ali por toda la ciudad y los ciudadanos no podían hablar mal del Gobierno porque se rumoreaba que quien estuviera en contra del régimen lo pasaría muy mal. Así, pude saber que nadie estaba feliz con el ‘dictador’ y que el deseo de todos los tunecinos era cambiar de destino de una vez por todas”.
Revolución
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