Por Martín López Lastra.
Dos indicadores parecieron constituirse en verdaderas baterías contra la simple rutina que siempre amenaza con enfriar cualquier gestión. Romper una situación que congela y que no genera entusiasmo siempre es bienvenido. Cierto alivio financiero y una estadística sobre la inseguridad impulsaron al gobernador Daniel Scioli a demostrar, recordando cierta terminología menemista, que vamos bien aunque estemos mal.
Por supuesto que todo tiene segundas lecturas. Aquellas que puede hacer el periodismo y que el poder no va a señalar.
Las noticias financieras de los últimos días aclaran sobre ciertas mejoras en la recaudación, con niveles históricos que empatan asimismo los obtenidos por el gobierno nacional. También se remarcó la asistencia financiera de Nación. Una cifra de aproximadamente 200 millones que servirán como pulmotor para la asfixia que mes a mes viven las arcas bonaerenses.
La interpretación política es que tal cual el viejo refrán: “Nunca es tarde cuando la dicha llega”. El alineamiento tiene sus gratas consecuencias. No obstante la preocupación se dirige hacia la proporción del costo con respecto al beneficio. Tal cifra aparece como una gota de oasis en el desierto cuando las necesidades arrecian y agregan varios ceros a la derecha. Por caso, si el gobierno hoy otorgara un incremento del 15 por ciento en los salarios (algo que resiste por estas horas) debería ponerse a buscar recursos por seis mil millones adicionales.
La interpretación adicional es también política. La ayuda llega sin necesidad de que Scioli tenga que hacer un mínimo esfuerzo de reclamo. Es tal vez un reconocimiento a los servicios prestados de alineamiento y subordinación.
Pero lejos está Scioli de sus colegas que, eludiendo todo tipo de presiones del kirchnerismo, se animan a condicionar sus apoyos en el Congreso para adherir al polémico Fondo del Bicentenario. Ese fondo que ahora se mira con simpatía para financiar obras públicas, que solucionen problemas de infraestructura y también sociales, creando fuentes de trabajo.
La posible adhesión con manos alzadas en
En conclusión, tal asistencia automática de Nación es una pequeña luz en un camino diezmado por las penumbras. Pero a la vez, le ahorra cierta situación de desolación que sufriría si tal ayuda no hubiera existido.
Otro elemento que Scioli tal vez utilizó como bálsamo político ante una realidad ingrata fue la comunicación de estadísticas del delito con "números simpáticos", esto es, una aparente sensible baja con respecto al año anterior. Más allá de que se advierte cierto apuro o ansiedad dado que aún no culminó la temporada y las tendencias se pueden revertir, significó un importante hecho de gestión de coyuntura.
Pero Scioli en este caso es árbitro y parte de los resultados. Por otra parte, si sale con cierta euforia a relucir bajas de delito como producto de gestión, acepta que la seguridad está politizada e invalida la posibilidad de esquivar responsabilidades ante casos emblemáticos policiales. Por otra parte, el relato de una aparente buena noticia no deja de ser una mediación de la realidad inte