Por Martín López Lastra
Finalmente y contra el pronóstico que, con poco optimismo, veía alguna mecha encendida de corta duración, el acuerdo salarial más importante fue alcanzado en territorio bonaerense. Los docentes recibieron una oferta que, en boca de varias organizaciones gremiales desarrollaban un arco de calificaciones que iba de lo "sorpresivo" hasta lo "superador".
En el terreno de lo político, Daniel Scioli obtuvo un oxígeno importante para su gestión, y los más cercanos aprovechan hasta el límite de lo posible la imagen del intenso movimiento en las escuelas por el inicio de clases. Algo que siempre debió ser una postal de la normalidad es hoy trofeo importante en políticas de gestión. Alcanzó el acuerdo dos días antes que su par de Capital Federal, Mauricio Macri, y se mostró airoso en contraste con otro gobernador de la oposición como el socialista Hermes Binner, quien sufrió el desaire del desacuerdo.
Incluso, una hábil jugada lo dejó mejor parado que el gobierno de
Hay una diferencia, claro está, entre la propuesta bonaerense y la de sus colegas del macrismo. La primera encierra un compromiso anual y un importante desembolso que genera el más amplio abanico de interrogantes e hipótesis.
Desde lo político, se había conocido la semana anterior la preocupación de Scioli por acordar, aunque el costo económico sea importante. El mandatario provincial vio renacer de las cenizas un proyecto presidencial a punto de incinerarse y que puede reactivar en algún momento del 2011. No está cerrada una intención reeleccionista de parte del matrimonio presidencial y eso significa que puede estar primero en una eventual línea de recambio. Comprendió, tal vez, la importancia de la gestión por la paz social.
Otra hipótesis, también arriesgada, surgía de los pasillos oficialistas y especulaban con que se debía sellar un acuerdo en la previa a la reaparición en la escena pública nacional del ex presidente Néstor Kirchner. Si esto fue realmente así, el costo de subirse al palco de ese acto trascendente fue de más de dos mil trescientos millones de pesos, o el equivalente a la cantidad de dinero que insumió el acuerdo.
Por lo pronto, Scioli podrá manifestarse a sus anchas, con este logro, en su discurso de apertura de sesiones ordinarias legislativas resaltando una decisión que pone en agenda de gestión y en el nivel de las prioridades a la educación. Contrasta esta situación con la sucedida el año pasado cuando en su mensaje anual el conflicto con los docentes estaba en la cresta de la ola. Debió utilizar un escenario reservado a las expresiones que construyen historia para salir a reaccionar ante una situación coyuntural y llamar a paritarias.
Ahora, el obstáculo más importante de financiamiento salarial fue superado, pero nuevamente aparecen los interrogantes sobre si el costo puede traer consecuencias para otras áreas de la gestión. El hábito fiscalista y liberal de los últimos años generó siempre suspicacias y no deja de provocarlas en este presente plagado de noticias sobre situaciones críticas.
Hace varios meses que la oposición alude a Scioli y su gabinete como mentor de la política de la frazada corta que en buen romance significa que al taparse la cabeza con ella y solucionar uno de tantos problemas, deja descubierto los pies, que representan otras cuentas pendientes.